La nueva Ley de Telecomunicaciones que prohíbe las llamadas de SPAM, aparentemente deja muy claro que no pueden acosarnos con llamadas comerciales a cualquier hora. Entonces, ¿por qué demonios siguen llamándome en todo momento para ofrecerme una mejor tarifa de Internet, ofertas en mi contrato de la luz, etc, etc, etc?
Pues, como bien dice el refranero español, ‘hecha la Ley, hecha la trampa’. Si acudimos al mencionado texto, vemos que todo queda bastante claro:
El individuo tiene derecho a no recibir llamadas no deseadas con fines de comunicación comercial, salvo que exista consentimiento previo del propio usuario para recibir este tipo de comunicaciones comerciales o salvo que la comunicación pueda ampararse en otra base de legitimación de las previstas en el artículo 6.1 del Reglamento (UE) 2016/679 de tratamiento de datos personales.
Hasta la entrada en vigor de estos cambios, los usuarios podían recibir estas llamadas comerciales si no se habían opuesto a ellas. Pero, desde el pasado verano, cobra especial importancia la segunda parte del texto, esa que dice que los usuarios podrán recibirlas si han dado previamente su consentimiento o ‘si la empresa que llama puede justificar que su interés legítimo en realizar la llamada prevalece sobre el derecho de los usuarios a no recibirlas y estos no han ejercido su derecho de oposición’.
La culpa es tuya, casi siempre
Analizando la Ley, queda claro que la respuesta a por qué sigues recibiendo SPAM en el móvil está en el consentimiento que has dado, quizás sin darte cuenta, a algunas empresas o entidades para que usen tus datos con fines publicitarios.
Muchas veces participamos en sorteos, nos apuntamos a ofertas o nos descargamos cupones de descuento y, al hacerlo, nos piden que aceptemos que nos envíen publicidad. Si no queremos recibirla, tenemos que estar atentos y no marcar la casilla que da nuestro consentimiento o desmarcarla si ya viene marcada por defecto. No basta con aceptar los términos y condiciones generales del sorteo, la oferta o el cupón, sino que tenemos que prestar atención a lo que estamos aceptando específicamente en relación con el uso de nuestros datos.
Lo mismo ocurre cuando navegamos por internet y nos registramos en algunas páginas web. Es posible que nos pidan el consentimiento para el envío de publicidad o para ceder nuestros datos a terceros con fines comerciales. Tenemos que leer bien lo que estamos aceptando y no dar nuestro consentimiento si no queremos recibir publicidad.
Además, si tú, como usuario, has tenido una relación previa con la empresa que te está llamando para ofrecerte ofertas y descuentos, tampoco estás libre del SPAM. Eso sí, la Ley aclara que los productos ofrecidos deben ser similares a los que ya tenías.
Sea como sea, el consentimiento tiene que ser libre, específico, informado e inequívoco, es decir, no vale que nos envíen un mensaje diciéndonos que si no contestamos se entiende que hemos dado nuestro consentimiento.
Vale, ¿cómo dejo de recibir SPAM?
Si ya has dado tu consentimiento para que usen tus datos con fines publicitarios y quieres dejar de recibir publicidad, puedes revocarlo en cualquier momento y de forma sencilla. Por ejemplo, puedes llamar a un teléfono gratuito o a los servicios de atención al cliente que la empresa o entidad responsable del tratamiento de tus datos haya puesto a tu disposición.
Si después de revocar tu consentimiento o seguir las recomendaciones anteriores sigues recibiendo publicidad no deseada, puedes presentar una reclamación ante la Agencia Española de Protección de Datos.