De todas las cámaras que tienen los smartphones hoy en día, la frontal es la más utilizada por los usuarios. Vas a cualquier lugar emblemático de ti ciudad y ves selfies por todas partes, pues esta clase de fotografía se ha popularizado con la mejora de calidad de los resultados. Pero las cámaras selfie han experimentado grandes modificaciones desde su nacimiento y en esta publicación vamos a indagar en todas ellas.
Los cambios de los móviles a lo largo de los años son más que evidentes, aunque hay algunos que se perciben más que otros. Por ejemplo, los avances como la carga rápida saltan a la vista con velocidades impresionantes, así como las funciones de IA que están llegando recientemente a los dispositivos. Esta clase de innovaciones hacen que otros aspectos como la cámara selfie del móvil pase desapercibida, aunque lo cierto es que esta clase de lente ha evolucionado de forma muy veloz hasta quedarse estancada recientemente.
Muchos cambios en tamaño y formato
Para conocer el primer móvil con cámara selfie de la historia hay que volver varios años atrás en el tiempo hasta el 1999. Un año en el que una compañía japonesa anunció el denominado Kyocera VP-210 con una única cámara que estaba situada en la parte delantera del dispositivo. La calidad, claro está, dejaba mucho que desear y la resolución era extremadamente pobre en comparación con lo que conocemos hoy en día.
Llevó un tiempo para que la cámara selfie se estandarizase en el mercado y no fue hasta el año 2007 en el que comenzó a extenderse. Fue una expansión muy lenta y la mayoría de los móviles que la llevaban por aquel entonces la situaban en el marco superior del teléfono; recuerda que los teléfonos de hace tanto tiempo no ocupaban casi toda la superficie del dispositivo, sino que los biseles eran extremadamente gruesos. Las frontales de esta época ofrecían una resolución de 2 MP como mucho donde la falta de nitidez era más que notable, aunque poco a poco fueron ganando algo de calidad pese a que no fue hasta el 2012 a poblar absolutamente todos los modelos del mercado, destacando el rendimiento por aquel entonces de móviles como el Samsung Galaxy SIII y el Nexus 4 de Google.
Allá por el 2015 las pantallas comenzaron a ganar protagonismo y cada vez los bordes eran más pequeños, mientras que entre el 2016 y 2017 se produjeron los grandes cambios del momento. Ya casi no había biseles, dejando toda la superficie de la pantalla para la reproducción de contenido. Las cámaras frontales de este periodo ya eran más atractivas a nivel de resultados, con Apple y Samsung liderando la carrera fotográfica dada la extrema popularidad que obtuvieron los selfies en esos años.
Otras marcas como Huawei comenzaron a experimentar para eliminar la cámara frontal de la pantalla y esto acabó traduciéndose en las conocidas cámaras retráctiles, las cuales aparecían por la parte superior del teléfono cuando llegaba el momento de hacer un selfie. Sin embargo, este mecanismo hoy en día no se utiliza mucho debido a que limita las posibilidades de los fabricantes a la hora de mejorar la calidad del sensor de la lente.
Acercándonos a las cámaras selfie actuales
De modo que la principal solución seguía siendo dejar la cámara selfie ya sea en el notch frontal o directamente en forma de perforación en la pantalla. Estas dos últimas son las prácticas que se mantienen hoy en día debido a que son las más prometedoras a la hora de trabajar sobre ellas, pues ofrecen las mejores fotos que puedes encontrar ahora mismo. Hoy por hoy lleva la delantera Google en sus móviles Pixel dada la representación tan realista que hace de los tonos de la piel y las texturas.
Es cierto que existen móviles con una cámara selfie frontal invisible e incluso algunos lo denominan como el futuro de la fotografía. Pero la realidad es que esta clase de dispositivos están muy por debajo del resto, ya que incorporar la lente detrás de la pantalla empeora los resultados a causa de que el sensor no capta la luz y el resto de la información con tanta facilidad. Ahora mismo, las fotos con la cámara delantera de los smartphones se encuentran en su pico de rendimiento y cuesta pensar en posibles mejoras de cara a los próximos años.