Desde que me compré mi último teléfono -no voy a decir cuál- con su elegante carcasa de cristal, no paraba de presumir de su diseño y de lo bien que se sentía al tacto. La carga inalámbrica era una maravilla, ya no tenía que andar buscando cables. La verdad es que, en un principio, no había queja alguna sobre el dispositivo y su diseño.
Pero, como dice el refrán, ‘no todo es tan bonito como lo pintan’. Y vaya si se cumplió en mi caso. La primera vez que se me cayó el teléfono, la carcasa de cristal aguantó como una campeona. Ni un rasguño. Lógicamente, tras el susto, me sentí afortunado y confiado, pensando que mi teléfono era indestructible. Pero la segunda vez no fue tan afortunada. Se me resbaló de las manos mientras estaba en la calle, y al caer al suelo, la carcasa de cristal se hizo añicos en mil pedazos. La pantalla, milagrosamente, se salvó gracias al protector que le tenía puesto, pero la carcasa pasó a mejor vida.
Ventajas vs fragilidad
Llegados a este punto, tras arreglar el teléfono pagando sus casi 100 euros de reparación, toca reflexionar sobre si las ventajas de la carcasa de cristal compensan su fragilidad. La carga inalámbrica es genial, sí, pero no vale la pena si a la mínima que se te cae el teléfono, la carcasa se rompe. Y no hablemos del precio, pus su reparación es bastante más caras que la de las carcasas de plástico o aluminio.
Es cierto que los smartphones con carcasa de cristal son mucho más elegante, sofisticados y que los sistemas de protección, como Gorilla Glass Victus, cada vez están más preparas para proteger nuestros móviles de todo tipo de caídas, pero el vidrio siempre seguirá siendo más fácil de resquebrajarse que el resto de materiales.
Si optas por arriesgarte, hay fundas de silicona o TPU que ofrecen una buena protección contra golpes y caídas. También hay carcasas de metal, que son más resistentes que las mencionadas, pero también más pesadas y voluminosas. Desde luego, si estás pensando en comprar un teléfono con este tipo de carcasa, te recomiendo que consideres cuidadosamente tus necesidades y prioridades. Desde mi punto de vista, si vas a comprar un smartphone caro que haga del cristal una de sus principales bazas, es contratar uno de esos seguros que protegen el dispositivo contra caídas y otras posibles roturas fruto de un mal uso del terminal de un inoportuno accidente.
De todas maneras, si eres una persona tan torpe como yo, o, digamos, propensa a dejar caer el teléfono, es posible que te convenga más un modelo con un material más resistente. Si, por el contrario, valoras la estética y la comodidad de la carga inalámbrica, un teléfono con carcasa de cristal puede ser una buena opción para ti.
En mi caso, puedo decir que he aprendido la lección y no quiero volver a ver un smartphone que haga del vidrio uno de sus principales materiales de construcción, ni en pintura.