Fue en la pasada IFA 2018 cuando se presentaba el Kirin 980 pero no ha sido hasta el lanzamiento de la nueva serie Huawei Mate 20 cuando lo hemos podido ver en acción y comparar cuánto ha evolucionado la IA del fabricante chino.
El Huawei Mate 10 ya nos sorprendía por las capacidades de la NPU (Neural Process Unit) de su Kirin 970. En su momento se prometían cosas increíbles a través de la capacidad de que el terminal aprendiera de nosotros y nuestros hábitos. Doce meses después de su lanzamiento podemos corroborar que esto era así. El uso diario del Mate 10 nos mostró como la autonomía, de forma silenciosa, se iba mejorando día a día a través de gestionar mejor la energía según nuestros usos, dotando al teléfono de hasta 2 días de funcionamiento normal.
Otros aspectos como la toma de fotos en las que se iba adivinando la escena rápidamente, la capacidad para procesar más información y mantener el rendimiento o una mejor gestión del almacenamiento, se notaban en el día a día.
Pero la nueva doble NPU, o lo que es lo mismo, una IA aún más potente que encierra en su interior el Kirin 980, ávida por aprender y gestionar cada vez mejor los recursos, nos hacen imaginar que podemos llegar a cotas que aún no hemos pensado y que no habíamos alcanzado con la anterior generación. Y las primeras semanas con el Huawei Mate 20 nos lo han confirmado.
Más potencia, más IA, más de todo
En términos técnicos, el nuevo procesador de Huawei es un octacore configurado como una CPU con arquitectura de 4 núcleos (2x Cortex-A76 a 2.6 GHz + 2x Cortex-A76 a 1,9 GHz) y otros 4 núcleos Cortex-A55 (a 1,8 GHz). Monta además la primera GPU Mali-G76, un portento de chip gráfico para los juegos y el entretenimiento multimedia.
Sobre el papel, el Kirin 980 es un 20% más potente que la generación anterior y ofrece un 40% más de ahorro energético. Es capaz de reconocer 4.500 imágenes por minuto y capturar movimientos nítidos sin efecto borroso. El nuevo procesador emplea un nuevo ISP dual que permite una velocidad de procesamiento hasta un 46 % superior a su predecesor y una mejora del 23% en cuanto a eficiencia energética.
Es además, el primer chip con un modem Cat.21 que soporta velocidades de hasta 1.4 Gbps al mismo tiempo que es la primera CPU compatible con memorias RAM LPDDR4X de 2,133 MHz y ofrece la velocidad de Wi-Fi más rápida del mundo, alcanzando los 1.732 Mbps, bastante más rápidos que los 866 Mbps del Snapdragon 845 y con un ancho de banda un 20% mejor y un 22% menos de latencia.
El cambio en la experiencia real del Kirin 970 al 980 es abismal
Pero todo esto no es sino palabrería técnica, necesaria, pero lo importante es ¿esto se nota en el día a día? Rotundamente sí, y mucho. Normalmente, cuando damos el salto a un procesador con una CPU tradicional, se nota el cambio en rendimiento, todo va más fluido, más rápido, etc. Aún así, aunque se palpa la diferencia, la sensación no es de disrupción total. Este no ha sido el caso de pasar del Kirin 970 al 980, que a falta de una NPU ha estrenado la doble NPU, duplicando las capacidades de la IA de los procesadores de Huawei.
Y es que parece que hemos adelantado varias generaciones de terminales en tan sólo un año. No solo por la potencia y la capacidad de proceso. Cosas que antes podían llegar a atragantarse al Kirin 970 pese a ser un robusto procesador, el Kirin 980 las mueve con una pasmosa facilidad.
En especial, donde es más palpable la vertiginosa potencia del nuevo procesador de Huawei es en la cámara. La velocidad a la hora de reconocer las escenas, especialmente cuando activa el SuperMacro, pero también cuando es capaz de reconocer un atardecer, un edificio histórico, saltar a un retrato, todo esto casi en tiempo real mientras movemos la cámara es espectacular. Esto ofrece también posibilidades como la de grabar vídeos en blanco y negro en los que la figura principal se mantiene en color. De nuevo, hablamos de un móvil, de algo que llevamos en el bolsillo y que abre un campo de posibilidades increíbles.
Es por ello que el Kirin 980, frente al 970, no se puede decir que sea una “evolución”, es toda una revolución que pocos competidores podrán igualar.