La autonomía de los smartphones ha sido, y es, la asignatura pendiente de los fabricantes. Son pocos los modelos disponibles que logren ofrecer una duración de la batería por encima de las 24 horas reales. Hasta ahora las principales marcas se han centrado mayoritariamente en optimizar el gasto energético a través de perfiles de ahorro basados en algoritmos propietarios, la depuración en la fabricación de componentes como las pantallas, procesadores y chips susceptibles de una alto consumo como pueden ser los encargados de ofrecer conectividad inalámbrica, e incluso sistemas de recarga rápida. Sin embargo, existe un reducto de terminales que ofrecen una autonomía real por encima de la media –más de 24 horas- y eso se ha logrado aumentando la capacidad de la batería, una opción que cada vez empieza a ser más habitual.
Las tendencias siempre han existido en todos los ámbitos y los smartphones no escapan a éstas. Lo vimos hace unos años en la carrera por conseguir la cámara con más megapíxeles –que no mayor calidad de imagen-. Actualmente tenemos otro claro ejemplo y es el de conseguir el móvil más delgado. Hasta tal punto se ha intensificado la lucha que algunas marcas ya disponen modelos por debajo de los 4.85 milímetros de grosor. Sin embargo, tal vez la más determinante fue llegada al mercado de los denominados phablet, esos dispositivos con pantallas por encima de las 5.5 pulgadas que, a su vez, han propiciado el aumento paulatino del tamaño del display de todas las gamas de smartphones. Precisamente la diagonal de la pantalla ha sido el detonante para el inicio de una nueva tendencia: baterías de mayor tamaño.
Más batería, más autonomía, modelos más atractivos
En un principio ese aumento se ha producido para compensar el mayor gasto energético de las pantallas, sin que éste repercuta considerablemente en la autonomía de los equipos. Sin embargo, ya aparecen en el mercado modelos que sí equipan baterías con capacidad muy por encima de la media que sí logran aumentar la duración de las mismas. Uno de esos ejemplos ha sido el Huawei Ascend Mate 7, aunque tenemos que mirar al mercado chino para augurar que el resto de mercados empezarán a contagiarse rápidamente con esta tendencia. Lo cierto es que el atractivo es enorme puesto que baterías más grandes significan más autonomía, una característica muy deseada por cada vez un mayor número de usuarios. Sin duda, una demanda que hará que los fabricantes vean en este cambio un inminente potencial y atractivo señuelo comercial.
Los phablet, el germen hacia baterías de mayor capacidad
Para justificar este razonamiento personal que como editor expongo a través de estas líneas, no tenemos más que echar un vistazo a las presentaciones de nuevos smartphones, con especial interés en las producidas en el mercado chino. Sin embargo, también tenemos ejemplos en otros mercados más cercanos para nosotros. Recientemente conocimos el Samsung Galaxy S6 Active, la versión resistente al agua y golpes del Galaxy S6. A diferencia del modelo original, este cuenta con una batería de 3.500 mAh (frente a los 2.550 mAh del S6). El citado Huawei Ascend Mate 7 y diferentes secuelas de la marca como el Huawei P8 Max son otros ejemplos con baterías de hasta 4.380 mAh. Aunque este cambio se produce para compensar el gasto energético de pantallas de mayor tamaño, lo cierto es que la autonomía aumenta exponencialmente. Sin embargo, para aquellos a los que no les convenza la “teoría”, también podemos analizar lanzamientos como los del fabricante chino Innos y su modelo Innos D6000, que dispone de una batería doble con capacidad total de 6.000 mAh y una autonomía estimada de hasta cuatro días en uso intensivo. Lo mismo sucede con Gionne, que toma nota de la solución de doble batería para integrar en su inminente nuevo Gionne M5. Si nos centramos en uno de los últimos modelos chinos que hacen uso de una batería por encima de los 6.000 mAh, podemos nombrar el poco conocido VKWorld VK6050. Sin embargo, solo es uno de los muchos modelos que empiezan a aparecer en China con esta característica, batería de alta capacidad.
Por tanto, ahora sí parece que el enorme atractivo de una mayor autonomía potenciada por una batería de mayor tamaño se convertirá en una tendencia que irá en aumento, posiblemente hasta el punto de estandarizarse en un alto porcentaje de modelos. Y es que no solo el aparente entusiasmo con el que los usuarios reciben esta mejora es motivo para hacer viable este cambio en el sector. Los avances tecnológicos han propiciado que la placa base aglutine los principales componentes electrónicos en un menor espacio interno, lo cual deja más volumen para ser aprovechado por baterías de mayor capacidad sin repercutir en exceso en el grosor del terminal que, por otra parte, es un aspecto que no a todos convence, en especial si ponemos en la balanza las ventajas de un perfil fino a una batería capaz de ofrecer con garantías una autonomía extendida por encima de las 24 horas. Al fin y al cabo el diseño de smartphones con baterías por encima de 4.000 mAh es posible con grosores no más allá de los nueve milímetros, e incluso menos en casos concretos.
Y vosotros, ¿qué opináis al respecto? ¿Recibiríais con agrado smartphones con baterías de mayor capacidad a pesar de que esta característica penalice el grosor del mismo?