Ni en la batería, ni en el procesador, ni en la cámara. Como experto en telefonía, siempre me fijo en esto antes de comprar un móvil
Cuando muchos acudís a tiendas como Amazon, Media Markt, PcComponentes o vuestra tienda de electrónica favorita en busca de un nuevo móvil, vais a lo mismo. ¿Qué batería tiene? ¿Cómo es su cámara? ¿Qué memoria ofrece? Y hay algo que descuidáis y que, paradójicamente, influye en todo ello.
Mientras que el foco suele centrarse en los procesadores, las cámaras o las pantallas, el sistema de refrigeración parece quedar en un tercer o cuarto puesto. ¿Y qué pasa cuando tu móvil se caliente? Efectivamente, que va a rendir mal, su batería va a durar menos, su pantalla puede dañarse y a veces, ni siquiera podrás grabar vídeos con su brutal cámara.
Cada vez que un chip Snapdragon, Dimensity o Exynos entra en carga máxima, la temperatura interna empieza a escalar. Si el calor no se disipa con eficacia, el sistema reduce la frecuencia de trabajo para evitar daños. Este descenso puede hacer que un móvil que presume de potencia pierda un 30 % de su rendimiento en cuestión de minutos.
Un móvil bien diseñado vale por dos
El diseño térmico moderno se apoya en tres elementos: la cámara de vapor, la estructura de disipación por grafito y los materiales del chasis.
Las cámaras de vapor funcionan como minúsculos sistemas de refrigeración pasiva que evaporan y condensan un fluido interno para redistribuir el calor. Pero su eficacia depende tanto de la presión interna y el grosor del material como del contacto real con los componentes críticos.
En segundo lugar tenemos el grafito, un material que disipa muy bien el calor y que suele encontrarse detrás de la pantalla o del procesador para disminuir la temperatura del equipo. Algunos fabricantes combinan varias capas de diferente densidad, pero pocos explican cómo lo hacen.

Por último, el chasis exterior no solo cumple una función estética. La elección entre aluminio, titanio, vidrio o plástico tiene consecuencias directas en la temperatura superficial y la percepción del calor por parte del usuario. Un móvil que “parece fresco” no siempre lo está ya que puede estar acumulando calor internamente sin transferirlo al exterior, lo que acelera el deterioro de la batería y reduce la vida útil del procesador.
El gran problema es que casi ningún fabricante detalla cómo gestiona el calor ni publica datos de thermal throttling (la mencionada frecuencia de trabajo del teléfono), a diferencia de lo que ocurre en el mundo del PC. Por este motivo, puede que dos móviles compartan el mismo chip, la misma pantalla y la misma batería, pero uno mantendrá su rendimiento constante y el otro se ahogará en calor tras unos minutos de uso exigente.
El consejo que, como experto, te puedo dar, es que antes de comprar un móvil, aunque te sientas atraído por su diseño, por su cámara, o por su batería, te informes bien en la página web del fabricante del tipo de refrigeración que tiene. Por suerte, cada vez son más las marcas que están dando importancia a estos sistemas para disipar el calor del móvil y dan todos los detalles en sus fichas técnicas de producto.