Donald Trump y sus aranceles han provocado que se agoten los iPhone, tablets, y powerbanks

Recientemente, he notado de primera mano cómo los aranceles decretados por Donald Trump han alterado el mercado tecnológico. Tras pensar en cómo podía afectar la situación a la tecnología, pude comprobar que la incertidumbre fiscal ha desencadenado un acopio inusual de productos esenciales. En mis investigaciones, descubrí que iPhones, tablets y powerbanks están desapareciendo de los estantes de las tiendas especializadas.
Durante mi recorrido por varias tiendas de tecnología, me sorprendió confirmar lo que muchos ya esperaban. Conversé directamente con algunos comerciantes que me comentaban cómo el aumento en las ventas, impulsado por el temor a futuros recargos en los aranceles, había llegado hasta las mismas estanterías de las tiendas, dejándolas al límite. “El otro día hablé con un mayorista que se quedó sin powerbanks”, me comentó uno de ellos.
El temor a que todo se agote ha vuelto loco el mercado
Por culpa de los efectos de la política arancelaria impulsada por Donald Trump se están haciendo evidentes en los principales puntos de venta tecnológicos como los usuarios han adelantado ciertas compras. Durante mi investigación, recorrí diversas tiendas especializadas y pude comprobar, en vivo, cómo las expectativas de incremento en los precios han provocado una gran cantidad de ventas, cosa que a las tiendas les ha venido bien, por cierto.
Al entrar a una de las tiendas que visité, el ambiente era de genuina preocupación. El encargado, a quien pregunté sobre la situación de los inventarios, me aseguró: “La demanda se ha disparado en las últimas semanas”. Según sus palabras, los clientes acuden en masa, adelantándose a posibles incrementos en los aranceles y asegurándose de conseguir sus dispositivos favoritos antes de que se encarezcan. Este fenómeno no se limita a pequeños comercios; también cadenas de distribución cuentan con reportes que confirman este desabastecimiento.
En una segunda visita, conversé con otro comerciante, quien me reveló en tono confidencial: ‘El otro día hablé con un mayorista que se quedó sin powerbanks’, lo que demuestra la magnitud de la situación. Me explicaron que muchos clientes, inquietos por las noticias sobre futuros recargos, están comprando en cantidades superiores a lo habitual. Este comportamiento se extiende a todo el mercado, también a otras tiendas minoristas, donde las compras preventivas se ha convertido en algo habitual.
La política arancelaria, que se supone protege la economía nacional estadounidense, ha generado un efecto paradójico. Por un lado, impulsa a los consumidores a adquirir productos de manera compulsiva, lo que casi con seguridad va a disparar los precios. Por otro lado, esta acumulación de stock genera un desfase en la logística y en la reposición de inventarios, afectando tanto a pequeñas tiendas como a grandes superficies si al final las ventas se vienen abajo.
Durante mi recorrido, me di cuenta de que esto no solo se manifiesta en la rotura de stock de distintos dispositivos y accesorios electrónicos, sino que también pone de relieve como los comercios se adaptan a las distintas demandas propiciadas ante un escenario tan volátil. Las respuestas fueron unánimes: la incertidumbre lleva a una gestión de inventarios más agresiva y, en muchos casos, a una planificación estratégica que permite a los comercios anticiparse a lo que podría ser un mercado con un coste más alto en el futuro, cosa que también les representa una oportunidad de inversión, si finalmente los productos se vuelven más caros.
En definitiva, a pie de calle he podido comprobar como las medidas arancelarias están transformando radicalmente la forma en la que las tiendas se están abasteciendo y como los usuarios por temor a quedarse sin su dispositivo está yendo en masa a comprar.