El adiós a los cargadores está más cerca que nunca gracias al BV100 de Betavolt, una batería nuclear del tamaño de una moneda que funciona con Níquel-63 y que utiliza semiconductores de diamante, prometiendo hasta 50 años de energía continua sin recarga ni mantenimiento.
Betavolt, una startup china fundada en 2021, ha comenzado la producción del BV100, una batería betavoltaica que utiliza isótopo níquel-63 para generar electricidad durante hasta 50 años sin recarga. Aunque es demasiado grande para un smartphone, presenta un diseño modular que podría lograr la autonomía que se necesita para alimentar a teléfono durante muchos años. Una gran innovación que dejará en el olvido los móviles que actualmente tienen buena autonomía, pues ninguno es capaz de acercarse siquiera a estas capacidades.
Qué es una batería betavoltaica
Las baterías betavoltaicas, también llamadas baterías nucleares o de radioisótopos, convierten la desintegración beta de materiales radiactivos en electricidad a través de semiconductores y con apenas generación de calor ni movimiento mecánico. Los diseños modernos usan isótopos de vida media larga (como níquel-63, con 100 años de vida) y convertidores de diamante que soportan entornos extremos y ofrecen alta eficiencia de conversión.
La betavolt es compacta de unos, 15 × 15 × 5 mm, formado por láminas de níquel-63 de 2 µm entre dos capas de diamante semiconductor de 10 µm cada una y capaz de generar 100 µW a 3 V de forma estable, esta pila nuclear emplea tecnología betavoltaica y un proceso que elimina residuos radiactivos, adelantándose a la próxima revolución en autonomía para wearables, sensores remotos y, en un futuro, equipos de consumo diarios.
Su durabilidad se extiende de −60 °C a 120 °C y su seguridad está certificada: no emite radiación externa y sus residuos resultan en cobre estable, eliminando riesgos ambientales por lo que es una solución muy prometedora.
Tienen de verdad futuro este tipo de batería
Aunque hoy el BV100 no puede alimentar un smartphone por completo, su potencial reside en los dispositivos de bajo consumo, como por ejemplo, los marcapasos, sensores industriales, satélites, drones de larga misión y sistemas IoT remotos que requieren mantenimiento cero durante décadas. Por ello, Betavolt ya dispone de patentes globales y planea fabricar versiones de hasta 1 W para cubrir necesidades mayores en la próxima generación previstas a partir de 2026.
Eso sí, presenta varios desafíos, por ese aspecto nada llamativo, como es que usa material radiactivo por lo que está obligado a cumplir estrictas normativas nucleares. Aunque el níquel-63 decae a cobre no radiactivo, su transporte y manejo requieren licencias y protocolos de seguridad nuclear. Además, el coste actual y la baja corriente por módulo limitan su adopción masiva en electrónica de consumo, aunque se prevén economías de escala con producción en masa.
Por ello, las perspectivas a largo plazo son peculiares, ya que la investigación en módulos betavoltaicos avanza también con isótopos como Carbono-14 y semiconductores innovadores que podrían elevar la eficiencia por encima del 2,8 % y ofrecer mayores densidades de potencia. A medio plazo, estas baterías “infinitas” complementarán o incluso reemplazarán a las de iones de litio en aplicaciones relevantes, allanando el camino hacia dispositivos electrónicos y médicos que funcionen sin recargas durante largos periodos de tiempo.