Nadie pensaba que el Samsung Galaxy S25 Edge y su diseño ultra delgado fuese tan resistente

El Galaxy S25 Edge es, sin duda, uno de los móviles más llamativos de este año que, de repente, ya ha alcanzado su ecuador. Es un teléfono de grandes prestaciones, pero que destaca por un diseño que lo convierte en uno de los móviles más delgados y ligeros del mercado. ¿esta delgadez es más un problema que un aliciente? Bueno, ya lo han torturado para salir de dudas.
Con tan solo 5,8 mm de grosor, se corona como el smartphone más delgado jamás fabricado por Samsung dentro de la serie S, es decir, en lo má alto de su catálogo. De esta forma, junto con un pequeño peso de 163 gramos, se presentaba hace unas semanas en el mercado como un dispositivo elegante, cómodo y visualmente atractivo.
Como muchos podrían pensar, este pequeño grosor podría ser también su mayor fuente de peligro… al menos si termina en manos de Zack Nelson, el implacable verdugo tecnológico del canal JerryRigEverything.
En su último video, Nelson coloca el Galaxy S25 Edge en su mesa de tortura, con una sonrisa casi sádica al observar el perfil delgadísimo del terminal. “Esto se va a romper como una galleta,” predice con entusiasmo, haciendo alusión al traumático destino de otros smartphones ultrafinos que pasaron por sus manos.
Torturando el S25 Edge
Lo primero es el clásico test de rayaduras: cúter en mano, somete la pantalla Gorilla Glass Ceramic 2 a niveles progresivos de dureza, hasta llegar al punto en que incluso las uñas tiemblan. La pantalla resiste hasta el nivel 6, con pequeñas marcas en el 7, nada fuera de lo común, pero lo suficientemente estresante como para que cualquier usuario apriete los dientes.
Luego viene la clásica aplicación de fuego directamente sobre la pantalla durante varios segundos. La tecnología OLED responde bien, recuperando la mayoría de los píxeles quemados tras unos instantes. No hay daños permanentes, aunque el estrés visual al ver una llama ardiendo sobre una pantalla de cristal casi invisible no es que sea lo más agradable de ver hoy en día.
La prueba culminante, la más esperada y temida, es el bend test: ese momento donde Zack toma el teléfono con ambas manos, lo dobla desde el reverso, y espera oír un “crack” que mete el miedo en el cuerpo. Y en efecto, al aplicar presión hacia el frente, la carcasa comienza a crujir ligeramente. El panel trasero se despega apenas unos milímetros cerca del botón de encendido, revelando lo frágil que podría parecer una estructura tan delgada. Y sin embargo… no se rompe. Ni una chispa. Ni una explosión de batería. Nada. El Galaxy S25 Edge sobrevive.
Esto debería haberse partido en dos como una oblea de arroz, pero Samsung hizo algo diferente aquí.
Aunque el teléfono muestra señales de estrés estructural, sigue funcionando con normalidad, demostrando el gran trabajo que la firma coreana ha llevado a cabo para dar vida a este S25 Edge ultradelgado: una estructura interna de montaje milimétrico, un marco de titanio y materiales de próxima generación que logran mantener la integridad del conjunto incluso bajo una presión tan exagerada.