Nunca he tenido un iPhone, y no pienso hacerlo
Seré claro: no tengo nada personal en contra de Apple ni de los iPhone. De hecho, me parecen móviles brillantes y reconozco tanto su fluidez e integración como la calidad de sus cámaras. Pero mi realidad es que cada vez que uso el de un amigo para cualquier cosa, me siento totalmente perdido.
Tardo el doble en hacer o encontrar cualquier cosa y me realizo varias preguntas a mí mismo sobre la experiencia. Esta sensación no es casualidad, puesto que llevo más de quince años usando smartphones y nunca he tenido un iPhone en todo este tiempo. Y sinceramente, no creo que vaya a tener uno. No por rebeldía, sino por diferentes factores clave que valoro muchísimo y que no van a cambiar a corto plazo.
Llevo toda la vida en Android
Para empezar, llevo toda la vida en el ecosistema Android. Mis compras de aplicaciones, mis copias de seguridad en la nube, mis preferencias de navegación y ajustes del teléfono… todo está muy arraigado.
La migración de datos de Android a iPhone es un quebradero de cabeza para cualquiera. Además, estoy tan acostumbrado a la lógica de Android y sus menús que empezar de cero en iOS me parece innecesario.
La pantalla de inicio de iPhone es un caos
Uno de los principales argumentos por los que nunca tendré un iPhone es que me frustro mucho al intentar buscar cualquier aplicación. No hay cajón de aplicaciones y es algo que me molesta muchísimo, ya que siempre tengo que acudir al buscador para encontrar una app.

Mi pantalla de inicio en Android está completamente organizada y sin apps de por medio, solo las justas, así como un par de widgets útiles.El resto de las aplicaciones se encuentran dentro del cajón, fuera de mi vista, mientras que en iPhone están ocupando la pantalla de inicio innecesariamente, lo que me resulta muy molesto a la vista. La filosofía de Apple en este sentido me parece caótica y provoca un desorden extremo que hace que la navegación sea menos intuitiva.
El precio de todo su ecosistema
El problema de Apple son sus precios, y no me refiero al del iPhone, puesto que cualquier otro móvil Android de gama alta cuesta más o menos lo mismo. Me refiero a que los accesorios son más caros, las reparaciones más problemáticas y el almacenamiento en la nube de iCloud no tiene nada que ver con el de Google One y sus ventajas.
Si quiero un iPhone, está claro que tendré que comprar unos AirPods y un Apple Watch para obtener la mejor experiencia de uso. Esto dispara el precio por las nubes, dando como resultado un desembolso que se puede ir fácilmente a cerca de 2.000 euros.
La falta de personalización
Es cierto que Apple ha mejorado la personalización de iOS para iPhone, pero mi queja sobre el cajón de aplicaciones no es la única respecto a la configuración de la interfaz. En Android, tengo la posibilidad de instalar cientos de launchers que modifican por completo la apariencia del sistema.

También puedo instalar nuevos paquetes de iconos, cambiar la cuadrícula de las aplicaciones, el tipo de navegación… Un iPhone no puede hacer nada de esto ni tampoco muchas de las posibilidades que esconde Android. Esta falta de flexibilidad me genera rechazo hacia Apple.