El gesto que todos hacemos con el móvil y que demuestra lo poco que sabemos de tecnología
Hay un gesto que millones de personas hacen casi por inercia y que seguro que tu también, pensando en que es la mejor manera de potenciar el rendimiento del móvil y ahorrar batería, cuando no es así. Hablamos de abrir el menú de aplicaciones recientes y empezar a cerrarlas una a una, como si estuviéramos limpiando algo que se ha quedado sucio.
Da igual que uses un iPhone o un Android, todos lo hemos hecho pensando que así el móvil va a ir más rápido o que la batería va a durar más. Pero ese gesto, tan habitual como inútil, dice mucho sobre lo poco que entendemos el funcionamiento real de los smartphones modernos.
¿Qué estás haciendo al cerrar todas las apps?
Cerrar aplicaciones era útil hace más de una década, cuando los móviles apenas tenían memoria y los sistemas operativos eran torpes gestionando los recursos. En aquella época, liberar RAM marcaba la diferencia, pero hoy todo eso ha cambiado. Cualquier móvil de cualquier marca hoy tiene una cantidad de RAM suficiente para que este sea un problema del pasado. Es más, los smartphones modernos gestionan la memoria de manera automática, y lo hacen mucho mejor de lo que creemos.

Cuando sales de una app, el sistema no la deja funcionando en segundo plano, sino que la congela. Queda en pausa, ocupando un espacio mínimo en memoria y lista para volver justo donde la dejaste. Por lo que, si la cierras a la fuerza, el teléfono tendrá que cargarla desde cero la próxima vez, iniciando todos los procesos de nuevo, lo que implica más trabajo para el procesador y, curiosamente, más consumo de batería.
Es decir, que vas a lograr, precisamente, el efecto contrario. De hecho, Apple y Google lo dicen abiertamente: no hace falta cerrar las aplicaciones. El sistema operativo sabe lo que hace, y lo hace mejor que nosotros. Y nos equivocamos porque seguimos aplicando lógicas del pasado a dispositivos que ya no funcionan así, de igual forma que hay quien aún carga la batería hasta el 100% después de que llegue al 0%. Al final, es una costumbre heredada que no tiene ningún sentido técnico en pleno 2025.
El mito de que cerrar apps ahorra batería sobrevive porque genera una sensación de control, la idea de que “estás cuidando” el teléfono. Pero la realidad es justo la contraria. Los móviles actuales están diseñados para decidir por sí mismos qué aplicaciones mantener y cuáles cerrar, según el uso que hagas y los recursos disponibles. Intervenir manualmente rompe ese equilibrio.
Si de verdad te preocupa la autonomía, hay maneras mucho más efectivas de mejorarla. Bajar el brillo, limitar las apps que se actualizan en segundo plano, usar el modo oscuro o desactivar la ubicación cuando no la necesitas tiene un impacto real. En cambio, cerrar compulsivamente las aplicaciones abiertas solo hace que el procesador tenga que trabajar más cuando las vuelvas a usar.
¿Entonces, no cierro ninguna app?
No te equivoques, sí que hay momentos en los que cerrar una aplicación sí tiene sentido.
Si una app se ha quedado colgada, consume recursos en exceso o sigue utilizando el GPS sin motivo (como Google Maps o Uber), forzar su cierre puede solucionar el problema.

También es útil si notas que el móvil se calienta después de una sesión de juego o de editar vídeos.
Pero fuera de esos casos, deslizar para eliminar todo del menú de recientes no sirve para nada, salvo para darte una falsa sensación de orden. Este menú está pensado para acceder de forma veloz de una app a otra, pero no es necesario que las cierres cada dos por tres.
Y si no nos crees, haz la prueba, pasa un día cerrando las apps cada hora, y otro día no las cierres, y apunta a qué hora se queda tu smartphone sin batería en cada una de las dos jornadas. Tus propios ojos te revelarán la verdad.