WhatsApp no es ni ciega ni sorda a todo lo que escribimos y seguramente todos los mensajes que realizamos acaban por analizarse de algún modo. Así que más vale que tengamos cuidado con lo que hacemos no sea que algún día nos encontremos con un bonito mensaje de ‘baneo’, de expulsión y si eso ocurre, revertir la situación podría ser misión imposible.
Pero, ¿qué es eso de ser un ‘usuario molesto’? Pues es una forma de referirse a personas que tienen comportamientos que, en teoría, pueden molestar al resto de la comunidad, aunque muchas veces ese tipo de etiquetas se aplican injustamente, sin considerar realmente lo que de verdad ha ocurrido y no lo que WhatsApp cree que ha ocurrido. Y es que cuando nos colocan ese estigma de ‘molestos’ la expulsión de su red (sin mediar muchas explicaciones) es inmediata. Y no creáis que para conseguir ese calificativo debemos hacer o escribir cosas realmente graves, para nada.
Cuando se firman las condiciones de uso, esas que nadie se lee, estamos aceptando implícitamente los términos que WhatsApp nos impone y hay que ser realistas: está por ver que alguien que no comulga con esas normas esté dispuesto a decir que ‘no’ cuando lo que está en juego es una especie de ‘exclusión social’. ¿Quién puede tener una relación normal con el mundo sin enviar o recibir diariamente decenas de mensajes a través de su smartphone?
Pero si aceptamos meternos con las reglas de WhatsApp en su aplicación, debéis impedir que os coloquen la etiqueta de ‘usuario molesto’ y eso se consigue evitando tener (a grandes rasgos) tres tipos de comportamientos distintos: no hacer SPAM a nuestra agenda de contactos como si fuéramos un ‘bot’, no ser revoltosos dando la lata a todas horas con mensajes a contactos con los que no tengamos mucha confianza y que nos puedan bloquear (con 20 estamos ‘out’), y no usar la aplicación para publicitar, promocionar o vender productos de nuestro negocio invitando a su compra.
Es en estos puntos donde WhatsApp se muestra más inflexible y aunque estéis pensando que estáis salvados… para nada. Existen casos de usuarios que utilizaron la aplicación para, por ejemplo, enviar sus invitaciones de boda y por el volumen de mensajes que lanzó en poco tiempo fue baneado, expulsado. Pensadlo bien, ¿quién en su misma situación no haría algo parecido sin imaginar que podría estar infringiendo las condiciones de uso? O también existen casos de quien ha montado un nuevo negocio y ha querido servirse de la mensajería instantánea para hacer llegar a sus (muchos) amigos todo el catálogo de grandes productos que tienen a su alcance. ¿Vosotros no haríais algo parecido llegado el caso sin pensar en la que ‘se os viene encima’?
Pues bien, en todos estos supuestos seríais completamente expulsados. Os llegaría un mensaje de «Su número de teléfono no está autorizado a usar nuestro servicio» y a partir de ese momento… el silencio. La oscuridad. No recibiréis más mensajes ni los podréis enviar salvo que cambiéis de número de teléfono o que desde WhatsApp tengan a bien explicaros qué habéis hecho mal y os dejen dar explicaciones para revertir la situación.
Pero en este último caso esa opción parece imposible ya que la comunicación, o el mismo soporte de este tipo de incidencias, no es algo que los americanos (adquiridos por Facebook) tengan muy cuidado. Al fin y al cabo ellos cuentan con el monopolio casi absoluto del mercado de la mensajería instantánea y eso les da el poder de ‘banear’ sin tener que rendirle cuentas a nadie. Los protocolos de comunicación son muy lentos, tardan semanas y al final muchas veces solo se recibe un email automático.
¿Alguno de vosotros ha sido ‘baneado’ por WhatSapp? Venga, contadnos vuestra experiencia.
Fuente: El Mundo