Los teléfonos de Google siempre han tenido un punto drástico en su batería, no han sido conocidos popularmente por su buen rendimiento y en esta generación 10 también tenemos que sumarle las limitaciones por software que la propia marca ha creado. Un combinado perfecto para hacer que los usuarios se encuentren con un amplio abanico de dudas a la hora de comprarlos y de recomendarlos.
Tanto el modelo estándar con 4970 mAh, el Pro con 4870 mAh y el Pro XL con 5200 mAh están pasando por la misma situación. Aunque todos ellos están preparados para aguantar y cumplir con creces ante un día de uso estándar, los test y pruebas han demostrado que cuando le exigimos al dispositivo un uso intensivo de su pantalla, cámaras y juegos o GPS, entre otras actividades, estas se ven mermadas y no son capaces de cumplir con creces.
La tecnología 4G y 5G merma las baterías de los Pixel
Según las reseñas de Android Authority todos ellos se enfrentan a problemas cuanto combinamos la tecnología 5G o 4G con otras actividades. Aunque bajo buenas condiciones y conexión WiFi pueden salir bien, estos resultados cambian drásticamente cuando nos pasamos a los datos móviles y la explicación según el medio es que la calidad de la red tiene mucho que ver en todo esto.
En un vídeo de YouTube publicado por Android Authority Gary Sims demostró ha puesto frente a frente los Pixel 10 Pro XL, el Pixel 9 Pro XL y el Galaxy S25 Ultra para averiguar lo que sucede con sus conexiones y las baterías, lo que les ha servido para comprobar que los Pixel tienen un consumo medio de 2,5 W de energía cuando están usando el 4G o 5G para descargar archivos o reproducir vídeos online, mientras que el teléfono de Samsung se queda en apenas los 2 W. Esta notable diferencia estaría detrás del mayor consumo de energía, ya que le supone un mayor esfuerzo.

Los informes apuntan a una intensidad de señal de -104 dBm, en el caso del Pixel 10 Pro XL, aunque curiosamente tanto el último modelo de Samsung como el de Google utilizan el mismo módem Samsung Exynos 5400. La razón principal estaría, por lo tanto, en la optimización, el acoplamiento de los componentes al chasis e incluso en la disipación del calor. El acceso al ancho de banda en determinadas tareas también podría tener algo que ver, ya que obliga a que el modem tenga más trabajo.
Un viejo problema que comenzó con los Google Pixel 6, donde quedó en evidencia la autonomía del teléfono una vez que pasábamos de WiFi a los datos móviles.
Polémica tras polémica
La nueva generación Pixel 10 firmada por Google ha dejado otra polémica que no ha hecho nada más que comenzar. Estos smartphones han llegado junto con un sistema para proteger las baterías llamado Battery Health Assistance y que no se puede desactivar bajo ningún concepto de los teléfonos. La función clave de esta medida pasa por reducir la velocidad de carga de los teléfonos, para que el voltaje máximo baje progresivamente después de los 200 ciclos de carga hasta llegar a los 1000 ciclos.

Una medida que, según la propia Google, trata de contener el rendimiento y capacidad de la batería para conseguir que no disminuya como le ocurre a otras marcas.
Son muchos los expertos que llevan años avisando de que las grandes cargas rápidas afectan a la vida útil de las baterías y con este movimiento Google quiere evitar verse afectado al integrar un mínimo de 30 W por cable en la generación 10, aunque eso conlleve las quejas de quienes no comparten esa preocupación.
Sin duda, una medida preventiva muy positiva a la larga, pero que debería quedar en manos de los compradores para escoger si quieren o no cuidar su batería reduciendo la velocidad de carga.