Snapchat es una de las aplicaciones de mensajería más populares. Ha conseguido ganar cierto terreno frente a otras alternativas como el todopoderoso WhatsApp gracias a su original propuesta de mensajes que caducan después de un determinado tiempo y que no podemos volver a recuperar salvo que pasemos por caja. Peor quien hizo la ley hizo la trampa, y estos mensajes se pueden guardar fácilmente haciendo una captura de ellos antes de que caduquen, algo que podría ser ilegal.
Esta trampa es bastante utilizada por muchos usuarios, la gran mayoría sin ningún fin malicioso, pero que en malas manos pueden convertirse en herramientas de chantaje y extorsión muy poderosas. Esta situación está generando un debate alrededor de la aplicación de mensajería en la que ha tomado parte el ministro de cultura del Reino Unido. En este sentido el miembro del gobierno Inglés, Ed Vaizey, ha asegurado que compartir una captura de pantalla de Snapchat subiéndola a la red sin el consentimiento del otro miembro de la conversación es ilegal.
Según el ministro «En virtud del derecho de autor del Reino Unido, sería ilegal que un usuario de Snapchat pusiera a disposición del público una imagen sin el consentimiento del propietario de esta. El propietario de la imagen podría demandar a cualquiera que llevara a cabo esa práctica por un infracción en los derecho de autor» El ministro ha recordado que ya es un delito tipificado en su código penal la publicación de fotos o vídeos privados sin el consentimiento de la persona que aparece en este material y que puede tener unas consecuencias de hasta dos años de cárcel para el infractor.
Esto quiere decir que la cada vez más extendida práctica de sacar un pantallazo de una conversación de Snapchat en la que puedan aparecer textos comprometidos e imágenes o vídeos de una índole similar, para luego ser compartidos en línea o simplemente como elemento de extorsión es algo ilegal y puede acarrear una pena de cárcel si no contamos con el consentimiento de la otra parte. De momento en España no tenemos noticias sobre hechos de este tipo comparables, pero es de esperar que las consecuencias sean las mismas a las que apunta el ministro británico, al movernos en un marco legal común en muchos aspectos. Y sobre todo, dejando de lado los tribunales, porque no es nada ético compartir un contenido que compromete a otra persona sin su consentimiento.