Actualmente nos encontramos asistiendo como espectadores de diferentes carreras en el campo de la tecnología móvil y la informática. Los fabricantes de teléfonos luchan por ser los primeros en lanzar un móvil 5G al mercado, un smartphone flexible o cámaras de la mayor calidad jamás vista. Pero a todo ello hay que sumar la necesidad de rebajar los nm en el proceso de fabricación de un procesador.
Hace apenas unos días Huawei anunciaba el Kirin 980, primer procesador de 7nm del mundo pero parece que Apple será la primera marca en lanzar al mercado móviles con una CPU fabricada según este proceso: los nuevos iPhone Xs de 2018. En este punto, muchos dan por hecho que cuantos menos nm tenga un procesador, mejor será. ¿Es cierto¿ ¿Por qué se miden los procesadores del móvil en nanómetros? ¿Qué importancia tiene este proceso de fabricación y en qué lo nota el usuario?
Reduciendo el tamaño de nuestros procesadores
Clásicamente hemos asociado un mayor rendimiento y un menor consumo de energía a chips más pequeños. La explicación es lógica y, pese a que muchos consideran que debería ser al revés, la clave está en la física. A medida que los transistores se hacen más pequeños y están más apretados, los electrones no tienen que recorrer grandes distancias para entrar en contacto. Al reducirse esta distancia, se ahorra tiempo y energía y se provoca que un determinado dispositivo pueda alcanzar una potencia mayor sin influir en el gasto de batería de nuestros móviles.
Si nos ponemos técnicos, el nanómetro en las CPU especifica la distancia entre dos transistores conectados en secuencia. Para mejorar el rendimiento de un procesador, los datos de un transistor a otro deberían estar disponibles tan pronto como sea posible, lo que da como resultado una mayor velocidad de procesamiento debido a un menor retraso gracias a la cercanía entre elementos. Al reducir la distancia entre dos transistores consecutivos, podemos obtener una mayor velocidad de procesamiento debido a la reducción de los retrasos.
En otras palabras, un teléfono funcionando con un procesador de 7 nanómetros debe ser fundamentalmente superior a uno con un chip de 10 nm, pero hay muchas más cosas que entran en juego y que se pueden apreciar en el gráfico de Intel alojado sobre estas líneas donde se observa la evolución del tamaño de los chipset de ordenadores y smartphones.
Es difícil negar las ventajas de los procesadores más pequeños, pues técnicamente son más beneficiosos para el común de los usuarios. Sin embargo, tal y como declaraba en su día John Biggs, cofundador de ARM, no debemos preocuparnos tanto del tamaño de la CPU de nuestro smartphone, sino de los beneficios que ello aporta de cara al futuro.
No veo ninguna razón para que la persona común se preocupe por los nanómetros. Al comprar un nuevo teléfono el usuario espera más potencia y rendimiento, y el tamaño del procesador solo es el medio para conseguir tal fin.
La era de los procesadores de 7 nm
Huawei ha sido el primer fabricante en dar un paso hacia el futuro anunciando el Kirin 980, primer procesador fabricado en 7m y con doble NPU «de regalo». Este proceso de fabricación, menor que el de 10 nm, permite ofrecer al consumidor, precisamente, lo que estamos hablando. La firma china asegura que su nueva CPU es un 20% más potente que la generación anterior y que ofrece un 40% de ahorro energético respecto al Kirin 970.
En apenas una década el tamaño de los transistores se ha reducido en más de un 90% y ahora se abre la época de los transistores de 7 nm. TSMC asegura que en 2020 será posible fabricar procesadores de 5 nanómetros pero mientras ese día llega parece que el nuevo Apple A12 y el Qualcomm 855 serán los siguientes procesadores de móviles en adoptar este proceso de fabricación. Tras ello, es de esperar que Samsung mueva ficha y, probablemente, presente un procesador Exynos de 7 nm junto con el Samsung Galaxy S10.