Ayer asistimos al espectáculo que los de Cupertino suelen poner en marcha anualmente aunque, hay que recordar, que ha sido la Keynote más supervitaminada de los últimos años. En un solo evento concentraron novedades de iPad, Watch, Apple TV e iPhone. Un todo en uno que pronto tendrán que explicarnos a qué se ha debido.
Valoraciones se han hecho muchas y seguro que todos vosotros tenéis una idea muy clara de qué es lo que presentaron ayer los de Tim Cook (por las muchas noticias que se han publicado aquí, en Movilzona), y aunque es cierto que estamos ante una de las versiones ’s’ de sus iPhone que más novedades incorporan, hubo otros elementos que, de existir una Santa Inquisición de la Religión de la Manzana, hubieran llevado a los Eddy Cue, Jony Ive y Tim Cook a la hoguera.
En el día de ayer, Apple negó tres veces a su profeta. Negó tres veces a Steve Jobs y, por lo tanto, atentó tres veces contra los principios que había marcado el responsable de que la compañía sea lo que es hoy.
Antes de nada, me vais a permitir que ponga durante todo el artículo la ironía en modo on (recordadlo para todos los pasajes), y que este tono bíblico y exagerado, casi apocalíptico, lo toméis con desenfado pero, ante todo, como un estado de ánimo por el que un fan incondicional de Apple se mueve desde que ayer terminara el evento de San Francisco. Y es que si os digo la verdad, un servidor acaba por no reconocer a la compañía que dejó huérfana el genio del jersey de cuello alto en octubre de 2011.
De todas formas, la Keynote de ayer no puede comprenderse sin mirar lo ocurrido en los años anteriores, cuando Apple empezó a negar sistemáticamente aquellos preceptos que en el pasado había prometido no saltarse. Lo de de ayer fue la consumación de que la compañía de Cupertino ya no sigue su propio camino.
Cuando hace algunos años presumían de marcar el rumbo, de innovar y de que los demás les copiaban todo su trabajo seguramente estaban en lo cierto, y es precisamente por eso que lo visto ayer convierte en irreconocible, más allá de los resultados económicos, a la compañía gobernada ahora por Tim Cook.
Primera negación: cuestión de tamaño
Seguro que todavía retumban en los tímpanos de los trabajadores de Apple las palabras de Steve Jobs sobre los tablet más pequeños de 9,7 pulgadas. Los de Cupertino ya se saltaron ese mandamiento en 2012 con el primer iPad mini y los fans pensamos que aquello era un pecado sin importancia. Seguramente obra de los tiempos que van cambiando los gustos de los consumidores. En 2014 todos conocéis lo ocurrido con los iPhone 6 y 6 Plus y sus pulgadas de más. “Otro pecado venial que se paga con unos Padres Nuestros y ya está”, debieron pensar los californianos.
Pero claro, ayer apareció en escena el iPad Pro con sus casi 13 pulgadas de pantalla y entonces ya sí, quedó claro que eso que en el pasado parecía una necesidad obligada por las peticiones de sus usuarios, ahora sonaba simplemente a copiar al prójimo, a último recurso para revitalizar el mercado de los iPad que lleva cayendo en ventas varios trimestres consecutivos.
¿Qué en el segmento tablet es difícil de incorporar nuevas funciones que inviten a cambiar de dispositivo todos los años? Pues añadimos una pantalla enorme y lo vendemos como si fuera un ordenador portátil. ¡Ah!, y le ponemos un lápiz de todo a 100 (euros).
Segunda negación: adiós a los dedos
Como veréis, hemos ordenado esas negaciones a Steve Jobs de menor a mayor grado de herejía y este del Apple Pencil es seguramente uno de los mayores ataques que hemos visto a la memoria del Padre Fundador.
Si ya retumbaban las palabras de Jobs sobre el tamaño de las pantallas, seguro que muchos estáis pensando en el momento que presentó el primer iPhone en 2007, en el preámbulo de la Keynote antes de esa hora mágica de las 9:41 minutos, cuando habló de para qué hacían falta lápices, stylus o pens si el ser humano ya venía a este mundo con diez por defecto.
Dejando a un lado la tecnología que tenga, o si es más o menos perfecto que su competencia, o si tiene un uso claro en el terreno profesional, no es posible aceptar como buena la presencia en el escenario del Bill Graham Civic Auditorium de San Francisco de este nuevo Apple Pencil que viene a jubilar a nuestro dedo. Esa herramienta que el profeta de Apple vino a considerar como la Santísima Trinidad de la nueva religión táctil que nos ha tocado vivir.
La presencia del Apple Pencil hizo que muchos se frotaran los ojos pensando que aquello no podía estar pasando. ¿Qué íbamos a decir mañana a los Androiders para justificar esta nueva marcha atrás? ¿No fue ya suficientemente doloroso el año pasado cuando por culpa del iPhone 6 Plus tuvimos que desdecirnos de aquel anuncio del iPhone 5 explicando que sus 4 pulgadas tenían que ver con que nuestro dedo gordo pudiera llegar a las esquinas de la pantalla? ¿Qué podíamos decir de un lápiz que olía a Galaxy Note?
Apple nos había abandonado.
Tercera negación: Android profana el templo
Ese sacrilegio de dedicarle espacio a un artilugio que Steve Jobs no hubiera permitido que saliera al escenario se quedó muy corto cuando después Apple dio paso a Microsoft (con su Office para el iPad Pro) y, más tarde, con los iPhone 6s todavía calientes y de cuerpo presente, el anuncio de una aplicación de los de Cupertino que estará en la Play Store de Google para facilitar el paso de un OS a otro.
Si todo lo anterior supone ir contra lo más esencial de lo que Apple supone para muchos de sus incondicionales fans, eso de dejar una pequeña parte del espacio de la presentación para dar cabida a Android es ya el colmo de la deshonra a la voluntad de Steve Jobs. Y no porque Android no merezca un respeto, que lo merece, sino por lo que tiene de simbólico, de firmar la rendición incondicional al que fue considerado en los últimos años de vida del Padre Fundador como un enemigo “al que había que aniquilar”, y que había nacido al calor del éxito del iPhoneOS.
Ayer Apple podría haber presentado lo que presentó de otra manera. Sobre todo guardando las formas y respetando la memoria de quien durante muchos años controló hasta el más mínimo detalle hasta convertir la compañía en la más innovadora y poderosa del mundo. Ahora, no solo sigue algunos caminos que han abierto otros, sino que no guarda las formas a la hora de vendernos como colosales innovaciones, ideas que Steve Jobs habría despreciado con la peor de las formas y que son contrarias a los preceptos que el Creador impuso durante muchos años de duro trabajo.
Así que cuando concluyó el evento de ayer, alguien me recordó estas palabras de la Biblia:
Después de haber cantado el himno, salieron al Monte de los Olivos. Entonces Jesús les dijo:
– «Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche, pues escrito está: Heriré al pastor y las ovejas del rebaño serán dispersadas. Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea».
Respondiendo Pedro, le dijo:
– «Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré».
Jesús le dijo:
– «De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces.»
Pedro le dijo:
– «Aunque tenga que morir contigo, no te negaré».
Y todos los discípulos dijeron lo mismo.
Ayer Apple negó tres veces a Steve Jobs… lo que no quita para que el día que pongan a la venta los nuevos iPhone 6s, un servidor esté allí.
Es lo que tiene la fe.