Tras una primera toma de contacto, el presidente de la asociación Fair Labor, Auret van Heerden, ha calificado las instalaciones de las factorías de Foxconn como “de primera clase”. La visita a la fábrica donde tendrá lugar el ensamblado del iPhone 5 y iPad 3 parece que ha pasado la primera prueba de fuego.
Tras la avalancha de suicidios en las factorías de Foxconn y su posterior trascendencia mundial, Apple, además de llevar a cabo una serie de medidas para mejorar las condiciones de los trabajadores, decidió pedir a la asociación Fair Labor que realizase una auditoría. Las primeras declaraciones de su presidente no se han hecho esperar.
Alboroto internacional
En los últimos años, Foxconn, principal socio de Apple que se encarga de fabricar la mayoría de sus dispositivos, ha tenido que hacer frente a 14 casos de suicidio. Una tasa preocupante a pesar de tener en plantilla a unos 340.000 trabajadores. A estos espeluznantes casos hay que añadir las recientes explosiones en una planta de Pegatron en las que resultaron heridos 61 empleados. La repercusión mediática de la situación, espoleada por los gigantescos beneficios de la californiana, ha alarmado a la comunidad internacional.
Tim Cook, actualmente el responsable de la marca, salía a la palestra con unas declaraciones en las que informaba que Apple se tomaba muy en serio la situación laboral de los empleados de sus socios –véase Foxconn, Pegatron, Quanta y Wintek entre otros- y además apostillaba diciendo que eran los que más cuidaban este aspecto dentro de la industria.
Raudo veredicto
Así pues llegamos al punto en el que la asociación Fair Labor, con Auret van Heerden a la cabeza, examinará las diferentes instalaciones donde se fabrican los iPhone 4S y iPad 2 y de cara al futuro los iPhone 5 y iPad 3. La primera toma de contacto de su presidente ha propiciado unas primeras declaraciones un tanto positivas para Apple. Según palabras textuales, las instalaciones de Foxconn son de primera clase, muy por encima de lo que suele ser habitual en el país. Además ha añadido que reina la calma, situación muy diferente a lo que ha tenido ocasión de analizar en fábricas textiles chinas. Concluye sus primeras impresiones alegando que no descarta que los casos de suicidio hayan sido motivados por la monotonía del trabajo, propia de las cadenas de montaje, y no por supuestas condiciones de esclavitud laboral. No obstante, también ha querido enfatizar el hecho de que muchos de sus jóvenes trabajadores provienen de un entorno rural. El alejamiento de sus familias y el ambiente, muy diferente al de su medio natal, son algunos de los factores en los que se apoya Heerden para justificar los suicidios y quejas de los asalariados de Foxconn. Durante las próximas tres semanas el trabajo de la asociación consistirá en seguir visitando las factorías asiáticas y entrevistar a cerca de 35.000 empleados en las que se les preguntarán cómo fueron contratados, las condiciones del contrato, la cuantía de los sueldos, las condiciones de las habitaciones dentro de las factorías y la comida, entre otras tantas preguntas referentes al medio de trabajo.
¿Transparencia?
Tras estas declaraciones, Mike Daisey, una de las cabezas visibles en la lucha contra la explotación laboral en las fabricas de Foxconn (fue una de las personas que entrevistó a personal del fabricante asiático) poco después del reportaje realizado por el The New York Times, ha reaccionado inmediatamente a las palabras de Heerden. Según Daisey, no conoce a ninguna asociación que haga una valoración inicial antes incluso se acabar la investigación, haciendo clara alusión a que la situación es atípica. ¿Significan estas frases irónicas que Apple podría estar influyendo en la intervención de la asociación que lucha contra la explotación en el trabajo?