Está muy bien eso de que las compañías fabricantes de smartphones realicen sus propias instalaciones de Android y que el OS de Google sea tan libre que casi cualquiera pueda poner su granito de arena realizando mejoras, o instalaciones especiales, etc. Pero a la hora de la verdad, cuando se trata de tener un mercado rentable y unido, empiezan a surgir los problemas. Como ocurre con la llegada de los smartwatch.
Y es que aunque es una buena noticia la irrupción de Android Wear o las muchas marcas que ya tienen sus ‘relojes inteligentes’ a puntito de salir a la venta, la realidad es muy tozuda y nos indica que su penetración no va a ser todo lo rápida que podría esperarse. Y la culpa la tiene, como en otras muchas ocasiones, la fragmentación del sistema operativo del androide.
Y es que, a fecha 4 de junio, menos del 25% de los móviles ‘en activo’ con Android instalado en sus tripas está capacitado (por requisitos técnicos) para trabajar junto con uno de estos ‘wearables’. Concretamente, el 23,9% que sale de sumar el 13,6 de los smartphones que tienen Android 4.4 (o superior) ya instalado y el 10,3 de los que andan todavía vagando por la 4.3 Jelly Bean.
¿Por qué se cogen solo esos dos últimos segmentos? Pues por que para usar uno de estos smartwatch con sus aplicaciones respectivas es necesario tener por lo menos esa versión 4.3 que se publicó justo hace un año, en julio de 2013.
Con unos datos así, ¿creéis que las compañías que fabrican estos relojes inteligentes pueden esperar un éxito sin paliativos en los próximos meses? La verdad es que no, que será complicado que en un primer momento la penetración de estos complementos sean todo lo ‘masiva’ que los Samsung, Motorola, LG, etc. podrían esperar. Por lo que habrá, en un primer momento, mucho de apuesta estratégica y ya luego, a medida que pasen los meses, plantearse alcanzar unas cifras mayores.
Y aunque eso no ocurrirá de la noche a la mañana, parece que Google está ya dispuesta a poner remedio a esa terrible fragmentación.