¿Puedes bañarte con un móvil sumergible? – Grado de protección IP – IP68, IP67, etc
Mucho se está hablando últimamente de la capacidad de los móviles actuales para aguantar chapuzones, sobre todo desde que el iPhone 7 se anunciara con un certificado IP67 y hoy aparezca la información de que el Google Pixel será IP57, es decir, algo menos resistente. Sin embargo, aunque el móvil se pueda mojar o pueda caerse al agua, no deberías bañarte con un móvil de forma habitual.
No nos entendáis mal, que los móviles estén llegando con IP67 o IP68 no es una buena noticia, es una gran noticia. Por fin podemos respirar y estar tranquilos ante posibles problemas del contacto con líquidos de nuestros smartphones, no ya por que nos quedemos sin el móvil sino por todo lo que tiene dentro (conversaciones, fotos, contactos, etc.).
Y por otra parte, podría parecer que hasta que no lo ha traído el iPhone 7 no era «tendencia», cuando hay que recordar que hace más de 2 años que, sin ir más lejos, los Xperia de Sony lo llevan por bandera y las últimas generaciones de Galaxy de Samsung así como de otras marcas, también incluyen esta capacidad.
¿Qué es el grado de protección IP?
El grado de protección IP hace referencia a la norma IEC 60529 «Degrees of Protection». Especifica un sistema para clasificar los diferentes grados de protección aportados por los fabricantes para un dispositivo en relación a su estanqueidad ante polvo y líquidos.
¿Qué grados de protección IP existen?
Las siglas IP significan Ingress Protection y las dos cifras que lo acompañan hacen referencia, la primera, al nivel de protección ante el polvo y, la segunda, al nivel de protección contra líquidos. De esta forma, se establece una combinación de ambas con esta escala, siendo la esta tabla para la primera cifra y la siguiente, para la segunda:
Entonces ¿por qué no deberías bañarte con un móvil?
Los grados más altos, IP67 e IP68 podrían parecer seguros ante un chapuzón con el móvil, y esto es así, al menos en teoría. Pero en realidad no están pensados para que nos estemos bañando con el móvil continuamente sino para que este resista una caída causal en el aguar. Y en este sentido, nos apoyamos en lo que comenta Sony, quizás la marca que más tiempo lleva implementando esto en sus móviles y la que con más transparencia lo explica en su web.
Para empezar, las pruebas para obtener esta certificación se hacen en laboratorio y con agua corriente con el móvil en modo «reposo» (stand-by). Lo que significa que ríos, bañeras, agua marina, piscinas con diferente cloración, etc. podrían causar imprevistos ya no por la composición del agua sino también por la temperatura. De hecho, Sony desaconseja utilizar el móvil bajo el agua para tomar fotos o hacer ningún tipo de actividad con él.
Es más, recomienda que tras sacarlo del agua no se utilicen todas las funciones del mismo, dejando un tiempo prudencial para el secado de elementos como el micrófono o altavoces. Otras cosas como tomar fotos, navegar en Internet, etc. parece que no dan ningún problema.
Esto se puede trasladar a cualquier fabricante que aporte esta protección a sus equipos y, de hecho, algunos como Apple especifica en su garantía que no contempla, como daños cubiertos, los ocasionados por el agua en el iPhone 7.
El tiempo juega en tu contra, y en la capacidad de tu móvil para aguantar el agua
Es cierto que puede que no ocurra en todos los casos, sobre todo si eres cuidadoso, pero el certificado IP de los móviles se refiere al momento en el que van a salir de la caja. Pasado un tiempo, un año o acercándose a los dos, es probable que las membranas que detienen la entrada de los líquidos y el pegamento que sella ciertos elementos se haya deteriorado.
Eso sin contar que el móvil haya pasado por el «taller». Cualquier reparación puede haber comprometido la estanqueidad del equipo y por mucho IP68 que le otorgue el fabricante, puedes estar casi seguro que ya no aguantará eso.
Aunque tu smartphone sea IP68, procura no bañarte con un móvil por tu propio bien
Y es que, sencillamente, no deberías bañarte con el móvil porque los móviles no están preparados para ello, sino para que, simplemente, aguanten el chapuzón que, hasta ahora, acababa con ellos, en el mejor de los casos, en un cuenco de arroz para secarlo y con el dueño rezando por que volviera a funcionar.