Steve Jobs ha sido uno de los grandes genios y visionarios de todos los tiempos, y lo demostró con hechos, como todos hemos podido comprobar gracias a sus creaciones en Apple. Un genio que sus últimos días no solo ha estado con sus mejores amigos, sino que ha querido dejar su biografía como una especial herencia para sus hijos.
Por todos es sabido que Steve Jobs se vio afectado por una de las peores enfermedades y por desgracia una de las más comunes hoy en día, el cáncer. Enfermedad que obligó a Steve a cambiar su estilo de vida y su forma de ver los días que le quedaban por vivir. De hecho así lo mostró en uno de sus discursos más memorables, el que realizó en la Universidad de Stanford, donde el propio Jobs animaba a los estudiantes a que disfrutasen y aprovechasen cada día como si fuese el último de su vida.
Biografía
Jobs, aunque siempre guardó su intimidad celosamente, no ha podido evitar que se conozcan ciertos detalles de sus últimos días. Quizá uno de los primeros pasos lo dio al decidir que se escribiese su biografía, tarea encargaba a Walter Isaacson. Al respecto Jobs comentaba “Yo no voy a estar siempre ahí para ellos (refiriéndose a sus hijos), y quiero que sepan el porqué y que entiendan lo que hice”. Ni que decir tiene que es uno de los libros que están llamados a ser superventas el próximo año y que verá la luz en unas dos semanas.
Despedidas
El mes de febrero fue clave en su vida, ya que los médicos apuntaban que el final estaba cerca. A partir de ahí el propio Steve llamo tranquila y pausadamente a sus mejores amigos para comentarles que la situación se agravaba. En sus últimos días, según informa el New York Times y el diario El Mundo, fueron numerosos los amigos y conocidos que lo visitaron en su casa de Palo Alto en California o que al menos hablaron por teléfono con él. Inicialmente podía atender a todas las visitas e incluso él mismo se molestaba en ver a sus mejores amigos, como podían ser el médico Dean Ornish con quien llego a comer en uno de los mejores restaurantes de sushi de la zona. Tampoco faltó Bill Campbell, un miembro de la junta de Apple, el director ejecutivo de Disney, Robert A. Iger o el inversor John Doerr.
Degradación
Conforme la enfermedad fue avanzando, Jobs fue perdiendo fuerzas, de tal manera que llegó un punto en el que no se desplazaba ni a la planta superior de su casa, quedando instalado en la planta baja donde recibía las visitas que cuidadosamente seleccionaba. Cuando no podía recibir a alguien era su esposa Laurene la que se encargaba de amablemente agradecer el interés por Steve y despedirlos. El diario asegura que sus mejores amigos querían venir uno y otro día a verle, cosa que era imposible por razones obvias.
Jobs familiar
El médico Dean Ornish también nos ha permitido saber cuánto apreciaba y valoraba Jobs a su familia, algo que contrasta radicalmente con la imagen de alto directivo y feroz luchador en el mercado de las telecomunicaciones. Una de estas declaraciones del médico decía así: Steve ha tomado sus decisiones. Una vez le pregunté si estaba contento de haber tenido hijos y me contestó: “Es 10.000 veces mejor que cualquier cosa que haya hecho”, mostrando que su familia era lo que más valoraba en este mundo y el porqué decidió dedicarles intensamente la última época de su vida.